Sobre la Nueva Democracia - Capítulo 10
Los viejos y los nuevos Tres Principios del Pueblo
Los recalcitrantes de la burguesía no tienen la menor noción de los cambios históricos; sus conocimientos son tan pobres que prácticamente son iguales a cero. Ignoran las diferencias tanto entre el comunismo y los Tres Principios del Pueblo como entre los nuevos y los viejos Tres Principios del Pueblo.
Los comunistas reconocemos que "los Tres Principios del Pueblo constituyen la base política del frente único nacional antijaponés"; declaramos que "siendo los Tres Principios del Pueblo [. . .] lo que China necesita hoy, nuestro Partido está dispuesto a luchar por su completa realización", y reconocemos que el programa mínimo del comunismo y los postulados políticos de los Tres Principios del Pueblo son, en lo fundamental, idénticos. Pero ¿de qué Tres Principios del Pueblo se trata? De los Tres Principios del Pueblo reinterpretados por el Dr. Sun Yat-sen en el "Manifiesto del I Congreso Nacional del Kuomintang", y no de otros.
Yo desearía que los caballeros recalcitrantes echasen un vistazo a este Manifiesto en los momentos libres que les deja su reconfortante trabajo de "restringir", "diluir" y "combatir" al Partido Comunista. En este Manifiesto, el Dr. Sun Yat-sen dice: "Aquí está la verdadera interpretación de los Tres Principios del Pueblo del Kuomintang." De ahí se deduce que estos son los únicos Tres Principios del Pueblo verdaderos y que todas las demás versiones son espurias. Sólo la contenida en el "Manifiesto del I Congreso Nacional del Kuomintang" es la "interpretación verdadera" de los Tres Principios del Pueblo, y todas las demás son falsas. No creo que esto sea un "cuento" comunista, pues muchos miembros del Kuomintang y yo mismo personalmente fuimos testigos de la aprobación del Manifiesto.
El Manifiesto marca el límite entre dos épocas en la historia de los Tres Principios del Pueblo. Antes de él, los Tres Principios del Pueblo eran de la vieja categoría, de la vieja revolución democrático-burguesa en una semicolonia, de la vieja democracia, eran los viejos Tres Principios del Pueblo.
Después de él, los Tres Principios del Pueblo pasaron a ser de la nueva categoría, de la nueva revolución democrático-burguesa en una semicolonia, de la nueva democracia, son los nuevos Tres Principios del Pueblo. Estos, y solamente éstos, son los Tres Principios del Pueblo revolucionarios, que corresponden al nuevo período.
Estos Tres Principios del Pueblo revolucionarios del nuevo período, los nuevos, los verdaderos, son los que entrañan las Tres Grandes Políticas: alianza con Rusia, alianza con el Partido Comunista y ayuda a los campesinos y obreros. En el nuevo período, los Tres Principios del Pueblo serían falsos o incompletos si les faltaran las Tres Grandes Políticas o una cualquiera de ellas.
En primer lugar, los Tres Principios del Pueblo revolucionarios, los nuevos, los verdaderos, han de prever la alianza con Rusia. Es perfectamente claro que si no se adopta la política de alianza con Rusia, el país del socialismo, inevitablemente se adoptará la política de alianza con el imperialismo, con las potencias imperialistas. ¿No presenciamos ya esto a raíz de 1927? Cuando la lucha entre la Unión Soviética socialista y las potencias imperialistas se haga más aguda, China tendrá que ponerse de un lado o del otro. Esto es inevitable. ¿Cabe no inclinarse a ningún lado? No, eso es una ilusión. Todos los países del mundo terminarán siendo arrastrados a uno u otro de estos dos frentes, y, de aquí en adelante, la "neutralidad" no será más que una simple superchería. Esto es tanto más cierto en el caso de China por cuanto para ella, empeñada como está en la lucha contra una potencia imperialista que ha penetrado profundamente en su territorio, resulta inconcebible la victoria final sin la ayuda de la Unión Soviética. Si se abandona la alianza con Rusia por una alianza con el imperialismo, habrá que quitarles el adjetivo "revolucionarios" a los Tres Principios del Pueblo, que entonces se habrán convertido en reaccionarios. Al fin y al cabo, no hay Tres Principios del Pueblo "neutrales"; sólo los hay revolucionarios o contrarrevolucionarios.
Pero, ¿no sería heroico emprender, siguiendo la vieja fórmula de Wang Ching-wei, un "combate entre dos fuegos" y sacar una versión de los Tres Principios del Pueblo que convenga a este "combate"? Desgraciadamente, hasta Wang Ching-wei, el inventor de esta versión, la ha abandonado (o "archivado") para adoptar ahora los Tres Principios del Pueblo de alianza con el imperialismo. Se puede argumentar: Como los imperialistas orientales y los occidentales son distintos, yo, al contrario de Wang Ching-wei, que se ha aliado con el imperialismo oriental, me aliaré con un grupo de imperialistas occidentales y apuntaré el ataque hacia el Este. ¿No sería esto muy revolucionario? Pero el caso es que los imperialistas occidentales se oponen a la Unión Soviética y al comunismo, y si se alía usted con ellos, le pedirán que dirija su ataque hacia el Norte y entonces su revolución quedará en nada. Todas estas circunstancias determinan que los Tres Principios del Pueblo revolucionarios, los nuevos, los verdaderos, entrañen la alianza con Rusia y en ningún caso la alianza con el imperialismo en contra de Rusia.
En segundo lugar, los Tres Principios del Pueblo revolucionarios, los nuevos, los verdaderos, han de prever la alianza con el Partido Comunista. O bien se es aliado del Partido Comunista, o bien se le combate. El anticomunismo es la política de los imperialistas japoneses y de Wang Ching-wei; si es eso lo que usted quiere, está muy bien, y ellos lo invitarán a entrar en su Compañía Anticomunista. Pero, ¿no sería eso un poco sospechoso de colaboracionismo? "Yo no sigo al Japón, sino a otra potencia." Esto es también ridículo. Siga a quien siga, basta que usted se oponga al Partido Comunista para que sea colaboracionista, porque ya no puede combatir al Japón. "Voy a luchar contra el Partido Comunista independientemente." Eso es pura quimera.
¿Cómo podrían los "héroes" de una colonia o semicolonia acometer una empresa contrarrevolucionaria de esa magnitud sin contar con la fuerza del imperialismo? En el pasado, el imperialismo mundial puso en juego casi todas sus fuerzas para combatir al Partido Comunista durante diez largos años, pero en vano. ¿Cómo es que hoy, de repente, resulta posible combatirlo "independientemente"? Se cuenta que hay gente de fuera de la Región Fronteriza que dice: "Está bien combatir al Partido Comunista, pero nunca dará resultado." Si no se trata de un rumor, esta observación es errónea a medias, porque ¿cómo puede "estar bien" combatir al Partido Comunista? Empero, la otra mitad es correcta, pues, efectivamente, eso "nunca dará resultado". La razón fundamental de ello no reside en los comunistas, sino en la gente sencilla, porque ésta quiere al Partido Comunista y no le gusta "combatirlo". La gente sencilla es severa, y le hará pagar con la vida si usted se permite combatir al Partido Comunista en los momentos en que un enemigo de la nación ha penetrado profundamente en el territorio patrio. Seguro: quien quiera combatir al Partido Comunista debe estar dispuesto a que lo hagan polvo. Si no lo está, más le valdrá abstenerse.
Este es nuestro sincero consejo a todos los "héroes" anticomunistas. Por lo tanto, nada está más claro: los Tres Principios del Pueblo de hoy deben entrañar la alianza con el Partido Comunista; en caso contrario, estos Principios perecerán. Esta es para ellos una cuestión de vida o muerte. Aliándose con el Partido Comunista, sobrevivirán; oponiéndose al Partido Comunista, perecerán. ¿Puede alguien probar lo contrario?
En tercer lugar, los Tres Principios del Pueblo revolucionarios, los nuevos, los verdaderos, han de prever la política de ayuda a los campesinos y obreros. Rechazar esta política, no ayudar de todo corazón a los campesinos y obreros, y no "despertar a las masas populares", como señalaba el Dr. Sun Yat-sen en su Testamento, significa preparar la derrota de la revolución y, a la vez, la propia derrota. Stalin dice que "el problema nacional es, en esencia, un problema campesino". Esto quiere decir que la revolución china es, en esencia, una revolución campesina, y la actual resistencia al Japón, una resistencia campesina. La política de nueva democracia significa, en esencia, colocar a los campesinos en el Poder.
Los nuevos Tres Principios del Pueblo, los verdaderos, son, en esencia, la doctrina de la revolución campesina. El problema de la cultura de las masas es, en esencia, el de elevar el nivel cultural de los campesinos. La Guerra de Resistencia contra el Japón es, en esencia, una guerra campesina. Vivimos en la época del "montañismo"; reuniones, trabajo, clases, periódicos, libros, piezas teatrales: todo se hace en las montañas y todo está destinado, en esencia, a los campesinos. Todo lo necesario para la resistencia al Japón y para nuestra propia subsistencia es suministrado, en esencia, por los campesinos. Cuando decimos "en esencia" queremos decir "en lo Fundamental", lo que no significa, como el propio Stalin ha explicado, pasar por alto a los otros sectores. Cualquier escolar sabe que el 80 por ciento de la población de China es campesina. Por eso, el problema campesino es el problema básico de la revolución china, y la fuerza de los campesinos constituye la fuerza principal de ésta. Después de los campesinos vienen los obreros, que ocupan el segundo lugar en la población china.
Hay en China varios millones de obreros industriales y varias decenas de millones de obreros artesanos y agrícolas. China no puede vivir sin los obreros de las distintas ramas de la industria, puesto que son ellos los productores en el sector industrial de la economía. La revolución no puede triunfar sin la clase obrera industrial moderna, porque es ésta la clase dirigente de la revolución china y la más revolucionaria. En tales circunstancias, los Tres Principios del Pueblo revolucionarios, los nuevos, los verdaderos, son necesariamente los que entrañan la política de ayuda a los campesinos y obreros. Está condenada a desaparecer toda versión de los Tres Principios del Pueblo que no entrañe esta política, que no prevea una ayuda sincera a los campesinos y obreros y no tienda a "despertar a las masas populares".
De esto se deduce que no tiene futuro ningún tipo de Tres Principios del Pueblo que se aleje de las Tres Grandes Políticas: alianza con Rusia, alianza con el Partido Comunista y ayuda a los campesinos y obreros. Todo partidario honesto de los Tres Principios del Pueblo debe reflexionar seriamente sobre este punto.
Los Tres Principios del Pueblo con sus Tres Grandes Políticas, los Tres Principios del Pueblo revolucionarios, los nuevos, los verdaderos, son los de nueva democracia, son el desarrollo de los viejos Tres Principios del Pueblo, una gran contribución del Dr. Sun Yat-sen y un producto de la era en que la revolución china se ha convertido en parte de la revolución mundial socialista. Sólo a estos Tres Principios del Pueblo el Partido Comunista de China los considera como "lo que China necesita hoy" y se declara "dispuesto a luchar por su completa realización". Estos son los únicos Tres Principios del Pueblo que coinciden en lo básico con el programa político del Partido Comunista para la etapa de la revolución democrática, es decir, con su programa mínimo.
Por su parte, los viejos Tres Principios del Pueblo fueron producto del antiguo período de la revolución china. En aquel entonces, Rusia era una potencia imperialista y, naturalmente, no podía haber política de alianza con ella; en nuestro país no existía el Partido Comunista y, naturalmente, no podía haber política de alianza con él; tampoco el movimiento obrero y campesino había revelado plenamente su importancia política ni despertado la atención de la gente y, naturalmente, no podía haber política de alianza con los obreros y campesinos. Por ello, los Tres Principios del Pueblo del período anterior a la reorganización del Kuomintang en 1924, pertenecen a la vieja categoría y han caducado. El Kuomintang no habría podido seguir adelante si no los hubiera desarrollado hasta convertirlos en los nuevos Tres Principios del Pueblo. El clarividente Dr. Sun Yat-sen se dio cuenta de esto y, con la ayuda de la Unión Soviética y del Partido Comunista de China, reinterpretó los Tres Principios del Pueblo, dotándolos de nuevas características adecuadas a la época, lo que permitió formar el frente único entre los Tres Principios del Pueblo y el comunismo, establecer la primera cooperación entre el Kuomintang y el Partido Comunista, ganar la simpatía de todo el pueblo y emprender la revolución de 1924-1927.
Los viejos Tres Principios del Pueblo eran revolucionarios en el antiguo período, y reflejaban sus características históricas. Pero si en el nuevo período, después de establecidos los nuevos Tres Principios del Pueblo, uno sigue aferrado a lo viejo; si uno se opone a la alianza con Rusia después del nacimiento del Estado socialista, si se opone a la alianza con el Partido Comunista después de su fundación, si se opone a la política de ayuda a los campesinos y obreros después de que éstos han despertado y demostrado su fuerza política, entonces actuará en forma reaccionaria, ignorando las circunstancias de la época. El período reaccionario posterior a 1927 fue resultado de semejante ignorancia. "Hombre sagaz es quien comprende las circunstancias de la época", dice el proverbio. Espero que los actuales partidarios de los Tres Principios del Pueblo lo tengan presente.
Los Tres Principios del Pueblo de la vieja categoría no presentan ninguna analogía fundamental con el programa mínimo del comunismo, porque pertenecen al pasado y han caducado. Y cualesquiera Tres Principios del Pueblo que se opongan a Rusia, al Partido Comunista o a los campesinos y obreros, serán principios reaccionarios que, lejos de tener nada en común con el programa mínimo del comunismo, serán enemigos del comunismo y, por lo tanto, no habrá discusión posible. Sobre esto también deben reflexionar cuidadosamente los partidarios de los Tres Principios del Pueblo.
Pero, en todo caso, ningún hombre de conciencia abandonará los nuevos Tres Principios del Pueblo antes de que se haya cumplido en lo fundamental la tarea antiimperialista y antifeudal. Los únicos que los abandonan son sujetos como Wang Ching-wei. Por más celosamente que estos elementos lleven adelante sus espurios Tres Principios del Pueblo, opuestos a Rusia, al Partido Comunista y a los campesinos y obreros, siempre habrá hombres justos y de conciencia que continúen defendiendo los verdaderos Tres Principios del Pueblo de Sun Yat-sen.
Si, aun durante el período reaccionario iniciado en 1927, fueron muchos los genuinos partidarios de los Tres Principios del Pueblo que continuaron la lucha por la revolución china, hoy, cuando un enemigo de la nación ha penetrado profundamente en el territorio patrio, es incontestable que tales hombres se contarán por decenas y decenas de miles. Los comunistas practicaremos la cooperación a largo plazo con todos los sinceros partidarios de los Tres Principios del Pueblo; rechazaremos sólo a los colaboracionistas y a los anticomunistas empedernidos, y jamás abandonaremos a ningún amigo.