Biblioteca Evita Capitana

Sobre la Nueva Democracia - Capítulo 8

Refutación de la palabrería de "izquierda"

Siendo impracticable el camino capitalista de la dictadura burguesa, ¿es posible entonces el camino socialista de la dictadura del proletariado?

No, tampoco es posible.

No cabe duda de que la actual revolución, que es la primera etapa, se desarrollará hasta llegar al socialismo, que es la segunda. Sólo con el socialismo conocerá China la verdadera felicidad. Pero todavía no es el momento de realizar el socialismo. Luchar contra el imperialismo y el feudalismo es la actual tarea de la revolución china, y mientras no se la haya cumplido, no se puede hablar de socialismo. La revolución china pasará forzosamente por dos etapas: primero, la de la nueva democracia, y luego, la del socialismo. Además, la primera llevará bastante tiempo, no puede consumarse de la noche a la mañana. No somos utopistas y no podemos apartarnos de las condiciones reales que enfrentamos.

Ciertos propagandistas malintencionados, confundiendo deliberadamente estas dos etapas distintas de la revolución, predican la llamada "teoría de una sola revolución" con la intención de demostrar que todas las etapas de la revolución están contenidas en los Tres Principios del Pueblo y que, por consiguiente, el comunismo no tiene razón de ser. Valiéndose de esta "teoría", se oponen frenéticamente al comunismo y al Partido Comunista, al VIII Ejército y al Nuevo 4º Cuerpo de Ejército y a la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia. Su propósito es suprimir lisa y llanamente toda revolución, oponerse a una revolución democrático-burguesa cabal y a una resistencia consecuente al Japón, y preparar la opinión pública para la capitulación ante el invasor. Todo esto ha sido planeado por el imperialismo japonés. En efecto, después de haber ocupado Wuján, éste se ha dado cuenta de que no le basta la fuerza militar para subyugar a China, y por ello ha recurrido a una ofensiva política y a señuelos económicos. Su ofensiva política consiste en seducir a los elementos vacilantes dentro del frente antijaponés, dividir el frente único y socavar la cooperación entre el Kuomintang y el Partido Comunista. Los señuelos económicos son las llamadas "empresas mixtas".

En el Centro y el Sur de China, los invasores japoneses permiten a los capitalistas chinos aportar el 51 por ciento del capital de tales empresas, completando el capital japonés el 49 por ciento restante; en el Norte de China, les permiten el 49 por ciento, mientras que el capital japonés pone el 51 por ciento restante. Han prometido, además, devolver a los capitalistas chinos sus antiguos bienes en forma de acciones de capital. Algunos capitalistas sin conciencia olvidan todos los principios morales ante la perspectiva de ganancias, y arden en deseos de hacer la prueba. Un sector de ellos, representado por Wang Ching-wei, ya ha capitulado. Otro sector, oculto en el seno del frente antijaponés, también desea pasarse al otro lado. Sin embargo, con la zozobra del ladrón, temen que los comunistas les cierren el paso y, sobre todo, que la gente sencilla los estigmatice como colaboracionistas. Entonces, se han reunido y han decidido, como primera medida, preparar el terreno en los círculos culturales y a través de la prensa. Una vez decidida su política, no han tardado en contratar algunos "traficantes en metafísica" más unos cuantos trotskistas, que, pluma en ristre, alborotan y alancean a diestro y siniestro.

De aquí todo el repertorio: "teoría de una sola revolución", "el comunismo es extraño a la índole nacional de China", "el Partido Comunista no tiene razón de ser en China", "el VIII Ejército y el Nuevo 4º Cuerpo de Ejército sabotean la Resistencia contra el Japón y se mueven sin combatir", "la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia es un régimen separatista feudal", "el Partido Comunista es desobediente, disociador, intrigante y perturbador"; todo esto con el fin de engañar a quienes no saben lo que está pasando en el mundo y suministrar a los capitalistas buenos argumentos para que, en el momento oportuno, puedan embolsarse su 49 ó 51 por ciento y vender al enemigo los intereses de toda la nación. Esto se llama dorar la píldora; es la preparación ideológica, o preparación de la opinión pública, antes de capitular. Estos caballeros, que con fingida seriedad propugnan la "teoría de una sola revolución" para oponerse al comunismo y al Partido Comunista, no persiguen más que su 49 ó 51 por ciento. ¡Cómo se habrán devanado los sesos! La "teoría de una sola revolución" es simplemente la teoría de no hacer la revolución; éste es el quid del asunto.

Pero hay otros que, al parecer sin mala fe, se han dejado embaucar por la "teoría de una sola revolución" y por la idea puramente subjetiva de "hacer de un solo golpe la revolución política y la revolución social"; no comprenden que la revolución se divide en etapas, que sólo se puede pasar a la segunda etapa luego de cumplida la primera y que es imposible hacerlo todo "de un solo golpe". Su punto de vista es igualmente muy dañino, porque confunde las etapas de la revolución y debilita los esfuerzos dirigidos a la tarea presente.

Sería correcto y conforme a la teoría marxista del desarrollo de la revolución decir que, de las dos etapas de la revolución, la primera proporciona las condiciones para la segunda y que las dos deben ser consecutivas, sin que sea permisible intercalar una etapa de dictadura burguesa. Sin embargo, es utópico e inaceptable para los verdaderos revolucionarios afirmar que la revolución democrática no tiene sus tareas específicas ni un período determinado, sino que simultáneamente con sus tareas se puede cumplir tareas realizables sólo en otro período, por ejemplo las tareas socialistas, hacerlo todo, como ellos dicen, "de un solo golpe".

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