El Libro Verde - Capítulo 16
La tierra
La tierra no es propiedad privada de nadie. Más bien, todos tienen el derecho de utilizarla en su beneficio mediante el trabajo, la agricultura o el pastoreo, siempre que ellos y sus herederos vivan en ella para satisfacer sus necesidades, pero sin emplear a otros, ya sea con o sin salario. Si la tierra fuera de propiedad privada, solo los vivos tendrían derecho sobre ella.
La tierra es permanente, mientras que quienes la aprovechan cambian con el tiempo en su profesión, capacidades y existencia.
La aspiración de la nueva sociedad socialista es crear una sociedad feliz porque es libre. Esto solo puede lograrse satisfaciendo las necesidades materiales y espirituales del ser humano, lo que a su vez requiere liberar estas necesidades del control de otros. La satisfacción de estas necesidades debe alcanzarse sin explotar ni esclavizar a nadie, de lo contrario, se contradecirían los principios de la nueva sociedad socialista.
Así, en esta nueva sociedad, el ciudadano asegura sus necesidades materiales de tres maneras: mediante el autoempleo, como socio en un establecimiento de propiedad colectiva, o prestando un servicio público a la sociedad, la cual, a cambio, le provee de lo necesario para su bienestar.
La actividad económica en la nueva sociedad socialista es una actividad productiva orientada a la satisfacción de las necesidades materiales. No es una actividad improductiva ni una que busque generar ganancias excedentes más allá de la satisfacción de tales necesidades. Según la nueva base socialista, esto es inaceptable.
El propósito legítimo de la actividad económica privada es únicamente satisfacer las necesidades personales, ya que la riqueza del mundo, al igual que la de cada sociedad, es finita en cada etapa. Nadie tiene derecho a emprender una actividad económica que acumule riqueza más allá de la satisfacción de sus propias necesidades, pues tales acumulaciones representan, en realidad, el derecho arrebatado a otros.
Cada persona solo tiene derecho a ahorrar a partir de su propia producción, sin emplear a otros para ello, o a ahorrar a expensas de sus propias necesidades, pero nunca de las de los demás. Si se permite que la actividad económica se extienda más allá de la satisfacción de las necesidades, algunos acumularán más de lo que requieren mientras que otros serán privados de lo necesario. Los ahorros que exceden las necesidades personales son, en realidad, la parte de la riqueza social que pertenece a otros. Permitir la acumulación de riqueza más allá de la satisfacción de las necesidades, así como emplear a otros para este propósito, constituye la esencia misma de la explotación.
El trabajo asalariado, además de ser una forma de esclavitud como se mencionó anteriormente, carece de incentivos porque el productor es un asalariado y no un socio. Las personas que trabajan por cuenta propia, en cambio, están indudablemente comprometidas con su labor, ya que de ella obtienen la satisfacción de sus necesidades materiales. Del mismo modo, quienes trabajan en un establecimiento colectivo también están comprometidos con su trabajo, pues son socios de la producción y de ella obtienen lo necesario para su sustento. Por el contrario, quien trabaja por un salario tiene escasa motivación para trabajar.
El trabajo asalariado ha fracasado en la solución del problema de la motivación para aumentar y desarrollar la producción. Ya sea en la prestación de servicios o en la producción de bienes, el trabajo asalariado se deteriora constantemente porque lo llevan a cabo trabajadores desmotivados.
Ejemplos de trabajo asalariado: para la sociedad, para la empresa privada, y el autoempleo
Primer ejemplo:
(a) Un trabajador produce diez manzanas para la sociedad. La sociedad le da una manzana por su producción, y con ella satisface completamente sus necesidades.
(b) Un trabajador produce diez manzanas para la sociedad. La sociedad le da una manzana por su producción, pero esta no satisface sus necesidades.
Segundo ejemplo:
Un trabajador produce diez manzanas para otra persona y recibe un salario inferior al precio de una manzana.
Tercer ejemplo:
Un trabajador produce diez manzanas para sí mismo.
Conclusión:
En el primer ejemplo (a), dado que el salario del trabajador está limitado a una unidad que cubre sus necesidades, no tiene incentivo para aumentar su producción. Por lo tanto, toda la fuerza laboral que trabaja para la sociedad se encuentra psicológicamente apática.
En el caso (b), el trabajador no tiene incentivo alguno para producir, ya que su salario no le permite satisfacer sus necesidades. Sin embargo, sigue trabajando sin motivación porque, al igual que los demás miembros de la sociedad, está obligado a aceptar las condiciones laborales impuestas.
En el segundo ejemplo, el trabajador trabaja únicamente para recibir un salario y no por el acto de producir en sí mismo. Como su salario no cubre sus necesidades, sus opciones son buscar otro empleador que le pague mejor o verse obligado, por necesidad de supervivencia, a permanecer en su puesto actual.
En el tercer ejemplo, solo el trabajador autónomo produce con entusiasmo y voluntariamente.
En una sociedad socialista, no existe la posibilidad de que la producción privada exceda la satisfacción de las propias necesidades, ya que la satisfacción de las necesidades a expensas de otros o mediante su trabajo no está permitida. Además, los establecimientos socialistas operan únicamente para cubrir las necesidades de la sociedad. En consecuencia, el tercer ejemplo demuestra la base sólida de esta forma de producción económica.
Sin embargo, en todos los casos, incluso en los más desfavorables, la producción está vinculada a la supervivencia. La prueba de ello es que, aunque en las sociedades capitalistas la producción se acumula y se expande en manos de unos pocos propietarios que no trabajan, sino que explotan el esfuerzo de los demás, los trabajadores siguen viéndose obligados a producir para sobrevivir.
No obstante, "El Libro Verde" no solo resuelve el problema de la producción material, sino que también ofrece una solución integral a los problemas que enfrentan las sociedades humanas, permitiendo que los individuos se liberen por completo, tanto material como espiritualmente, para alcanzar su felicidad.
Otros ejemplos
Supongamos que la riqueza de una sociedad es de diez unidades y que sus habitantes son diez personas. En este caso, la parte correspondiente a cada miembro sería una décima parte del total, es decir, una unidad por persona.
Si algunos miembros de esta sociedad reciben más de una unidad cada uno, entonces un cierto número de personas se queda sin nada. Su parte de la riqueza social ha sido apropiada por otros. De ahí la existencia de ricos y pobres en una sociedad basada en la explotación.
Supongamos ahora que cinco miembros de esa sociedad poseen dos unidades cada uno. En este caso, la mitad de la sociedad ha sido privada de su derecho a la riqueza común, ya que lo que les correspondía ha sido tomado por otros.
Si un individuo en esa sociedad necesita solo una de las unidades de la riqueza común para satisfacer sus necesidades, entonces aquellos que poseen más de una unidad están, en realidad, apropiándose de los derechos de los demás miembros de la sociedad.
Dado que una unidad es suficiente para cubrir las necesidades de una persona, las unidades adicionales son acumuladas con el propósito de ahorro. Sin embargo, este ahorro solo puede lograrse a costa de las necesidades de otros, arrebatándoles su parte de la riqueza social.
Esta es la causa de la existencia de quienes acaparan sin gastar, de aquellos que ahorran más allá de la satisfacción de sus necesidades y, al mismo tiempo, de quienes mendigan y son privados de su derecho a la riqueza común, sin encontrar lo suficiente para su sustento.
Se trata, en esencia, de un acto de saqueo y robo, aunque, según las normas injustas y explotadoras que rigen dicha sociedad, esta apropiación es considerada legítima y abierta.
Cualquier excedente más allá de la satisfacción de las necesidades debe, en última instancia, pertenecer a todos los miembros de la sociedad. Sin embargo, los individuos tienen derecho a ahorrar a partir de la parte de la riqueza que les corresponde para cubrir sus propias necesidades, ya que es la acumulación de riqueza más allá de la satisfacción de estas lo que representa una apropiación indebida de la riqueza común.
Los individuos laboriosos y hábiles dentro de una sociedad no tienen derecho, como resultado de su talento o esfuerzo, a apropiarse de la parte que corresponde a los demás. Pueden emplear sus habilidades para satisfacer sus propias necesidades y ahorrar dentro de esos límites.
Al igual que cualquier otro miembro de la sociedad, los ancianos y las personas con discapacidades mentales o físicas deben recibir su parte justa de la riqueza social.
La riqueza de una sociedad puede compararse con un almacén de provisiones que abastece diariamente a un determinado número de personas, satisfaciendo sus necesidades. Cada persona tiene derecho a ahorrar de esas provisiones lo que desee, es decir, puede consumir o guardar la parte de su ración que considere conveniente, utilizando su talento y habilidad para ello.
Sin embargo, aquellos que emplean su talento para apropiarse en exceso de los recursos del "almacén de provisiones" son, sin duda, ladrones. Así, quienes utilizan sus habilidades para acumular riqueza más allá de la satisfacción de sus necesidades están, en realidad, infringiendo el derecho colectivo, es decir, la riqueza social, que en este ejemplo funciona como el almacén común.
En la nueva sociedad socialista, la desigualdad en la distribución de la riqueza entre los individuos no es tolerada, salvo en los casos en los que ciertas personas presten servicios específicos a la comunidad, por los cuales recibirán una cantidad acorde con la función desempeñada. Las diferencias en las porciones individuales solo estarán determinadas por la cantidad de producción o el servicio público adicional que se haya realizado.
Por ello, a lo largo de la historia la experiencia humana ha dado lugar a un nuevo experimento, un intento único por culminar la lucha de las personas para alcanzar su libertad plena, lograr la felicidad mediante la satisfacción de sus necesidades, eliminar la explotación por parte de otros, poner fin a la tiranía y encontrar un método para distribuir la riqueza social de manera equitativa, sin explotar a nadie ni comprometer sus necesidades. Esta es la teoría de la satisfacción de las necesidades como vía para la emancipación de la humanidad.
La nueva sociedad socialista es el resultado dialéctico de las relaciones injustas que predominan en el mundo actual. Esta sociedad propondrá la solución natural: la propiedad privada limitada a la satisfacción de las necesidades, sin explotación, y la propiedad colectiva en la que los productores sean socios, reemplazando así la empresa privada, la cual se basa en la producción mediante el trabajo de otros sin reconocer su derecho a una parte justa del producto.
Quien posee la casa en la que vives, el vehículo en el que te transportas o el ingreso del que dependes, posee tu libertad, o al menos una parte de ella. La libertad es indivisible. Para que las personas sean felices, deben ser libres, y para ser libres, deben tener la posibilidad de satisfacer sus propias necesidades.
Quien controla los medios para satisfacer tus necesidades te domina o te explota, y puede esclavizarte, sin importar lo que diga la legislación al respecto.
Las necesidades materiales básicas y personales de las personas comienzan con la alimentación, la vivienda, la ropa y el transporte, y deben considerarse privadas y sagradas. Su satisfacción no debe depender del alquiler ni de la contratación de terceros.
Satisfacer estas necesidades materiales a través del alquiler otorga al propietario original el derecho de interferir en tu vida personal y controlar tus necesidades fundamentales, incluso si ese propietario es la sociedad en su conjunto. El propietario original puede arrebatarte la libertad y privarte de tu felicidad.
Esta interferencia puede significar que el dueño de tu ropa tenga el poder de quitártela, dejándote desnudo en la calle. Del mismo modo, el propietario de tu medio de transporte podría abandonarte en la acera, y el dueño de tu casa podría convertirte en una persona sin hogar.
Las necesidades fundamentales de las personas no pueden ser reguladas mediante procedimientos legales o administrativos. Deben estar profundamente arraigadas en la sociedad de acuerdo con reglas naturales.
El objetivo de la sociedad socialista es la felicidad del ser humano, la cual solo puede alcanzarse mediante el establecimiento de su libertad material y espiritual. La consecución de la libertad depende de que las necesidades de cada persona sean satisfechas de manera privada y sagrada.
Las necesidades no deben estar bajo el dominio de otros ni ser objeto de saqueo por ninguna entidad dentro de la sociedad, pues, de lo contrario, las personas vivirán en la inseguridad. La privación de los medios para satisfacer las necesidades compromete la libertad, ya que, en el intento de cubrirlas, se estaría expuesto a la interferencia de fuerzas externas en los intereses más básicos de cada individuo.
La transformación de las sociedades actuales de asalariados en sociedades de socios es inevitable, como resultado dialéctico de las teorías económicas contradictorias que prevalecen en el mundo hoy en día. También es una consecuencia dialéctica de la relación injusta basada en el sistema salarial, un problema que hasta ahora no ha sido resuelto.
La fuerza antagonista de los sindicatos en el mundo capitalista tiene el potencial de reemplazar las sociedades de trabajo asalariado por una sociedad de socios. La posibilidad de una revolución socialista comienza cuando los productores se apropian de su parte en la producción. Como resultado, el objetivo de las huelgas de los trabajadores cambiará: ya no se tratará de exigir aumentos salariales, sino de reclamar el control sobre su participación en la producción.
Guiado por "El Libro Verde", este proceso ocurrirá tarde o temprano. El paso final será la llegada de una nueva sociedad socialista en la que el beneficio y el dinero desaparecerán. La sociedad se convertirá en plenamente productiva y sus necesidades materiales estarán completamente satisfechas. En esta etapa final, el concepto de ganancia se extinguirá, al igual que la necesidad del dinero.
El reconocimiento de la ganancia es, en esencia, una aceptación de la explotación, ya que la ganancia no tiene límites. Hasta ahora, los intentos de regularla por distintos medios han sido meramente reformistas, sin abordar de manera radical el problema de la explotación del ser humano por el ser humano.
La solución definitiva radica en la erradicación de la ganancia, pero dado que esta es la fuerza dinámica que impulsa el proceso económico, su eliminación no puede ser el resultado de un simple decreto, sino la consecuencia del desarrollo progresivo del proceso socialista. Esta solución será alcanzable cuando la sociedad y sus miembros logren la plena satisfacción de sus necesidades materiales. El esfuerzo por aumentar la ganancia terminará conduciendo a su propia desaparición.